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Historia de Centro de Internamiento de Extranjeros

Lo vamos a llamar Daniel porque si apareciera aquí su nombre de verdad podría acabar de nuevo en el Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) de Aluche. Y la mera mención de ese sitio le pone los ojos brillantes de miedo. Más que miedo, pánico.

Estuvo allí retenido 38 días, sólo 48 horas menos del plazo máximo legal que la Policía Nacional puede privar de libertad a los inmigrantes mientras preparan los trámites para su expulsión. Asegura que le forzaron a firmar (literal, con la mano de un agente sobre su mano con bolígrafo) el papel de la deportación porque, si no lo hacía, lo meterían "en el calabozo". A agua y a oscuras.

Sin embargo, unos días más tarde le dijeron que podía marcharse a la calle tranquilamente con tantas explicaciones como cuando lo metieron esposado en esta no cárcel, pese a que por lo que él cuenta uno no pueda imaginar que sea otra cosa que eso. Ni le indicaron la puerta por la que debía salir.

Daniel cuenta esto en tono muy bajo, como si temiera que las paredes tuviesen oídos camuflados. Desgrana cada detalle de esos días en los que sólo fue un número de cuatro dígitos con fechas concretas. Hasta horas. Y eso a pesar de que la mayor parte del mes y pico que pasó en el CIE estuvo confinado en un colchón extendido en una habitación donde había por lo menos otras ocho personas.

Aunque aparenta unos cuantos años más, este latinoamericano está en la treintena. El año pasado volvía de trabajar de albañil en una obra a las seis de la tarde y estaba a punto de coger el Metro cuando lo detuvieron porque sólo llevaba una fotocopia del pasaporte.

Pasó un par de noches en una comisaría. Y de ahí, tras un juicio sumario, se lo llevaron a Aluche como si fuera un delincuente. Su delito, no tener en regla los papeles para ponerse el mono de obrero.

Con ese traje, todavía manchado de yeso, se pasó los 38 días que estuvo retenido en el centro. Lo lavaba como podía en un fregadero. Al llegar sólo le dieron una toalla usada, una manta y un colchón. La comida no era mucho más variada que el vestuario: de lunes a viernes coliflor con pan, algún día también una naranja, y los fines de semana sólo tres galletas y café.

Daniel dice que casi se acostumbró a que se dirigieran a él como "sudaca de mierda". Y a los empujones. Pero lo que no ha conseguido asimilar es la escena del guineano de la "celda" número 12.

"El día que se lo iban a llevar para expulsarlo se agarró a los barrotes de la litera en la que dormía. No se soltaba. Entonces llegaron cinco antidisturbios y empezaron a golpearlo. Lo reventaron a golpes, lo dejaron medio muerto", relata con la mirada perdida y una mueca de espanto, como si estuviera oteándolo en el horizonte.

Y entonces sus pupilas vuelven a centrarse: "Lo que no puedo entender es como hay gente de la limpieza que va a trabajar allí y no dice nada. Porque ese día había mucha sangre por todos los sitios. También hay algunos latinos que están de cocineros y no denuncian. Supongo que tendrán miedo a perder su trabajo".

Daniel encontró uno al poco de salir del CIE y pudo volver a enviar a su país los 300 euros mensuales que intenta reunir para que sus cinco hermanos pequeños sigan estudiando. La familia no tiene ni idea del infierno que vivió en la no cárcel. Les dijo que se había marchado a trabajar al campo; allí no había teléfono para llamar en 38 días...

Ahora sigue sin papeles, aunque tiene un título de ingeniero que quiere convalidar en España. A lo mejor una de las personas para la que realiza obras de mantenimiento en su chalé se decide a regularizar su situación. Pero mientras tanto pueden volver a retenerlo cualquier día en cualquier calle.

Accede a hacerse una fotografía de espaldas para ilustrar su testimonio en el periódico. Se le asegura que no se le verá la cara. Pero a la hora convenida no aparece a la cita. Quizá al pensarlo se le volvieron a poner los ojos brillantes de miedo. Quizá de pánico.



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Requisitos del Seguro Schengen

• Asistencia médica por enfermedad, con una cobertura mínima de 30.000 euros.
• Asistencia médica por accidentes, con una cobertura mínima de 30.000 euros.
• Asistencia legal con una cobertura mínima de 30.000 euros.
• Repatriación sanitaria de emergencia o administrativa, con una cobertura mínima de 30.000 euros.
• Visado Schengen (obligatorio al ingresar a la comunidad europea).
• La devolución de los gastos no puede ser a reembolso.
• El seguro de viaje no puede tener un deducible.
• La compañía aseguradora deberá tener un representante o sucursal en Europa.
• El período de vigencia del seguro de viaje, deberá ser igual al tiempo de estadía en espacio Schengen.

Más Info

Extracto de la directiva del Consejo de la Unión Europea del 22/12/2003

(...)"a título individual o colectivo, habrá que estar en posesión de un seguro de viaje válido que cubra los eventuales gastos de repatriación por razones médicas, atención sanitaria en caso de urgencia y/o atención hospitalaria de urgencia.
Dicho seguro deberá tener validez en todo el territorio de los Estados Miembros del espacio Schengen que apliquen íntegramente las disposiciones de los acuerdos Schengen y durante toda la estancia del interesado. La cobertura mínima será de 30.000 euros."(...)